POLÍTICA Nº 58, septiembre-octubre 2005
Por Isabelo Herreros
(dedicado con afecto a Ángel Ariño y a sus hermanos por su persistencia en mantener la memoria de su padre)
Entre
las personalidades de Izquierda Republicana que destacaron en la política
española, en los años de la Segunda República
y durante la llamada guerra civil, es sin duda Ramón Ariño
Fuster el mas injustamente olvidado, tanto en el ámbito de
las instituciones madrileñas, en las que ocupó cargos
de relevancia, como en Aragón, su región de origen.
La razón no es otra que la de su militancia política
y su posición de lealtad insobornable a la legitimidad republicana,
en los largos años de la dictadura franquista, -de los que
pasó cerca de veinte en diversas prisiones-, así como
en la transición a la monarquía parlamentaria actual,
etapa en la que también mantuvo con dignidad la oposición
de los republicanos al vergonzante pacto de la claudicación
suscrito por socialistas y comunistas con las oligarquías franquistas,
representadas por el sucesor del dictador.
Ramón Ariño era, en su biografía privada, como
muchos republicanos, lo que se llama un hombre hecho a si mismo, que
había llegado a Madrid, junto a su familia, con doce años,
procedentes del deprimido Aragón en busca de mejor fortuna.
Muy pronto comenzó su andadura laboral, tal y como era obligado
en las familias de trabajadores, si bien su tesón y espíritu
de superación le llevaron a acudir por las noches a realizar
estudios, también muy pronto se despertó su afición
por la lectura y tomó conciencia de las injusticias y de la
falta de libertad que padecía nuestro país. Aún
sacaba tiempo los sábados y domingos para acudir a reuniones
de carácter sindical y político, sin dejar de atender
estudios y trabajo. Y así, en pocos años, nos encontramos
con Ariño al frente de su propio comercio y convertido en un
ciudadano conocido por su activismo y querido y respetado en la localidad
de Leganés, por entonces un pueblo mucho mas pequeño
que en la actualidad.
Ramón Ariño participó de forma activa en los
grupos que conspiraron contra la Dictadura de Primo de Rivera y en
estos años conocería y haría amistad con relevantes
dirigentes republicanos de Madrid como Francisco Barnés, José
Salmerón, Victoria Kent, Marcelino Domingo, Antonio Remis y
también con el celebre y castizo José Escudero. Con
todos ellos participó en la creación, en 1929, del Partido
Republicano Radical-Socialista. Buena parte de los primeros firmantes
del manifiesto fundacional estaban en prisión.
En las elecciones municipales de Abril de 1931 resultó elegido
concejal y, con la proclamación de la República, inició
Ariño una actividad política institucional relevante,
que le llevaría a ser diputado provincial, vicepresidente,
y presidente de la Diputación Provincial de Madrid en los difíciles
años de la guerra civil.
Cuando se produjo la fusión en Izquierda Republicana en 1934
de las organizaciones de ManuelAzaña , Marcelino Domingo y
Casares Quiroga, recayó sobre Ariño buena parte de la
tarea de expansión del partido en la provincia de Madrid, cuyos
pueblos conocía bien, y así esta reflejado en la prensa
de la época, cuando dan cuenta de actos de propaganda republicana.
Su eficacia organizativa quedó acreditada con el trabajo realizado
en mítines como el de Comillas, protagonizado por el entonces
presidente de IR don Manuel Azaña.
Ocupó
cargos de responsabilidad interna, así como la dirección
del diario Política, para la que fue nombrado por contar en
su trayectoria con experiencia como periodista. Sucedió en
este cargo a Osorio-Tafall, de quien hablamos en el anterior número
de nuestra revista.
Cuando las tropas franquistas ocuparon Madrid se encontraba al frente
de la máxima responsabilidad en el seno de Izquierda Republicana.
Su ingreso en prisión fue inmediato, no sin antes sufrir torturas
e interrogatorios interminables. En algunos libros de memorias, como
el del Coronel Casado, se consigna que los políticos mas relevantes
que permanecieron en Madrid hasta el final, y obviamente resultaron
detenidos, fueron Julián Besteiro y Ramón Ariño;
habría que añadir al abogado don José Serrano
Batanero, dirigente también de IR, consejero de Estado y concejal
del Ayuntamiento de Madrid, fusilado en 1940 por el odio de los vencedores.
Sobre el último periodo de la guerra civil Ramón Ariño
dejó testimonio público en 1977, a través de
una entrevista que le hicieron en una revista semanal de gran tirada,
de la verdad acerca de la actuación de Izquierda Republicana
en todo lo relacionado con el golpe de Estado del Coronel Casado:
El presidente y el Secretario de Izquierda Republicana se enteraron
del golpe por la radio. Besteiro solicitó que acudiera alguien
de Izquierda Republicana a las reuniones de la Junta, al menos para
informar. Como Izquierda Republicana no tenía tomado acuerdo
de asistir, yo solicité que previamente se discutiera eso,
porque San Andrés no nos representaba, y, además estaba
enfermo. Se acordó asistir y fui designado. Yo comparecí
en dos reuniones informativas antes de que “se permitiera”
la entrada de las fuerzas de Franco. La última fue el veintinueve
o el treinta de marzo, a las siete de la tarde. Luego, por la noche,
a las doce, estaba yo en la redacción de Política y
recibí una llamada urgente. Me convocaron a una reunión
para decirme que podía salir con ellos antes de las dos de
la mañana. Esa era la exigencia del cuartel general franquista.
De los de aquella reunión, solo dos personas nos negamos a
abandonar Madrid: Don Julián Besteiro y yo”.
Como muchos republicanos Ramón Ariño fue condenado a
muerte, si bien le sería conmutada la pena por la de treinta
años de prisión, y posteriormente por la de veinte años,
y lo cierto es que con breves periodos de libertad condicional casi
completó los veinte años en las cárceles franquistas.
Como Presidente del Consejo Nacional de Izquierda Republicana, en
la clandestinidad, junto a un grupo de dirigentes del interior, mantuvo
la presencia del partido en la lucha antifranquista y, como se recoge
en un trabajo acerca del republicanismo en la clandestinidad, publicado
en el libro Los grandes olvidados. Los republicanos de izquierda en
el exilio, la autoridad máxima de los republicanos, del interior
y del exilio, correspondía al Consejo Nacional en la clandestinidad.
Desde la prisión o desde su casa Ramón Ariño
se comunicaba, a través de complicados pero eficaces procedimientos,
y de manera fluida con correligionarios del exilio como Pedro Vargas,
Carlos Esplá, José Ballester o Salvador Quemades. Su
estancia en prisión finalizó en 1962, y a su salida
aún tuvo el coraje suficiente para agarrar una cartera y ganarse
la vida como representante de comercio para ayudar a su familia en
su mantenimiento y en el pago de los estudios de sus cuatro hijos.
En sus análisis de la política nacional o internacional
encontramos una gran lucidez y un conocimiento preciso de los tiempos
políticos. En 1946 y 1947 fue Ramón Ariño quien
alertó a los dirigentes del exilio de las maniobras británicas
en España para consolidar en el poder a Franco, a cambio de
la Ley de sucesión monárquica. Esta posición,
enfrentada a los socialistas, por entonces “encantados”
con Juan de Borbón, le costó que los servicios de inteligencia
de su Majestad propiciasen su “caída” y ingreso
en prisión.
También tuvo la misma lucidez en 1977, cuando la izquierda
del consenso pactaba con los sicarios del dictador. Esto escribía
Ariño en un diario de Aragón:
En cualquier nación del mundo civilizado que haya padecido
una dictadura –no de cuarenta años, que en eso también
somos diferentes- a la desaparición del dictador le sucedieron
al frente del poder sus adversarios políticos, los que habían
luchado por la causa de la libertad y los derechos del hombre. Así
sucedió, por citar algunos casos, en Alemania e Italia después
de la guerra mundial, y mas recientemente en Grecia y Portugal. Y
parece natural que así sucediera: los principales colaboradores
del dictador fueron condenados al ostracismo político; las
monarquías, donde las había, fueron eliminadas, y se
proclamó la república. España es diferente; de
ahí quizás la inmensa sorpresa que se ha producido en
el mundo civilizado por los resultados del referéndum y de
las recientes elecciones.
Mucho mas se podría escribir acerca de la personalidad y trayectoria
de Ramón Ariño y lo haremos en posterior ocasión.
En esta solo pretendemos dejar una breve semblanza de uno de los directores
que tuvo Política en su primera época, ahora que se
cumplen 70 años de su fundación.